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Parsifal. Acto II. El Castillo de Perdición


El segundo acto, es el de la encrucijada. En el primer acto, el hombre simple y puro que está  destinado a redimir, ha sentido por primera vez de forma primaria el sentimiento de la compasión en el momento que Gurnemanz le avergüenza por haber matado al cisne. En este segundo acto, la compasión ya penetra del todo no solo en sus sentidos, sino también en su inteligencia. De esta forma Parsifal , este ser puro y simple, se hace sabio al descubrir y comprender el sufrimiento del Rey Amfortas.
Desde el punto de vista musical, lo primero que destaca del acto II desde el inicio del terrible preludio, es el tono musical; un tono siniestro, sensual y nocturno, decididamente cromático por oposición a la seriedad, solemnidad y diatonismo del primer acto, de tono caballeresco. El tono del segundo acto es un tono musical muy  próximo a los momentos mas sombríos  de Tristán e Isolda.
Desde el punto de vista dramático, es el acto donde se hace mas presente el elemento pagano, frente al carácter mas cristiano del primer y tercer acto.
En el Acto segundo son tres los personajes principales : Klingsor, Kundry y Parsifal. Los vemos un poco para situar la acción,

 

Klingsor

Cuando Titurel , padre del Rey Amfortas construyó el Castillo del Grial, fundó la orden de los caballeros. Solo los puros de corazón eran admitidos y recibían el apoyo del Grial. Klingsor trató de entrar en la orden, pero Titurel leyó el mal en su corazón y lo rechazó. Impotente para matar el mal en su alma, puso una mano culpable sobre su cuerpo y luego la extendió hacia el Grial . El guardián del Grial, lo rechazó y Klingsor se enfureció e hizo uso de su magia maligna. Transformó el desierto en un jardín de deleites, donde florecen mujeres de belleza diabólica, que atraen a los caballeros del Grial, a pecaminosos goces y a las penas del infierno, y que intentarán con sus cantos, seducir en este segundo acto a Parsifal.

Amfortas también intentó  luchar contra Klingsor, pero  sucumbió ante los encantos de  Kundry, hechizada y transformada por el mago. Amfortas, seducido por  Kundry, perdió la Lanza sagrada a manos del Klingsor. A pesar de la lucha, en el costado de Amfortas  ya ardía una herida que es la herida que no se cierra y que no se cura. La herida que simboliza el dolor y el error de Amfortas, que no supo resistir la tentación.

Es la Lanza Sagrada, la que en su día atravesó el pecho de Jesucristo en la cruz, la que está todavía en manos de Klingsor que también codicia el Grial. La Lanza Sagrada es la que recuperará Parsifal en el segundo acto.
Kundry
El extraño y exótico personaje de Kundry , la Innominada, eterna Diablesa, Rosa del Infierno, la Herodías del Nuevo Testamento, que se burló de Cristo en la Cruz. Wagner confiere a este personaje la fuerza proteica de la Naturaleza, que lo mismo puede ser empleada para el bien que para el mal por la Voluntad del hombre. Kundry, cuando está despierta y fuera del hechizo de Klingsor es la humilde servidora del Grial; así se comporta en el primer y tercer acto. Pero en el sueño hipnótico que le impone el mago Klingsor, es empleada al servicio del mal  y así la veremos en el segundo Acto.
Parsifal
Es el hombre de la profecía que habrá de redimir a Amfortas y  a los caballeros del Grial de las maldiciones que Klingsor ha hecho caer sobre ellos. Quien rescata la lanza Sagrada y se convertirá en guardián  del Santo Grial. Según la profecía : "Por el conocimiento de la compasión, un ser simple y puro, se  convertirá en sabio y realizará la obra de la redención." 
El acto II se desarrolla en el Castillo de Klingsor. Siguiendo los escritos del Parzival de Wolfram von Eschenbach, Wagner, en su Parsifal, ha situado el Castillo del Grial en las vertientes septentrionales de la España gótica , en la montaña de Montsalvatge. En tanto que en la parte meridional, está el Castillo de Perdición erigido por el mago Klingsor para atraer la ruina de los caballeros del Grial.

Klingsor  se va servir de Kundry , la hechizada Kundry y del jardín de las doncellas para seducir e intentar vencer al joven puro y simple.
Ya desde el  preludio del acto II, el tono musical resulta terrible, por oposición a la dulzura y solemnidad y al ambiente seráfico del archifamoso preludio del acto I. El preludio del acto II, está compuesto por un siniestro y terrible desarrollo del tema de Klingsor que celebra  la llegada del ser Simple y Puro ( Parsifal )

Escuchamos el turbulento  preludio del Acto II, que nos describe a Klingsor en su castillo, esperando a Parsifal.


Después del preludio, el mago Klingsor conjura a kundry despertandola de su sueño. 

¡En pie! ¡En pie! ¡A mí!
Te llama tu maestro,
primera diablesa, rosa del infierno.
a ti, la sin nombre:
Kundry allí... Kundry acá.
Fuiste Herodías...¿y quién más?
Tu maestro lo ordena: ¡en pie!
Acude, acude pues, Kundry.

La desdichada Kundry se alza en su forma astral, en una neblina y profiere un penetrante grito de dolor y de susto, y pide el sueño o la muerte antes de verse  forzada a la diabólica obra de seducir al ser simple y puro. Musicalmente es estremecedor, este momento musical de Kundry, con sus aullidos y lamentos, una música siniestra, y llena de disonancias, como presagios del antitonalismo de la escuela de Viena. Pero Kundry debe obedecer a su amo Klingsor.

 KUNDRY
(Con voz ronca como intentando
recobrar el uso de la palabra.)
¡Ay! ¡Ay! 
¡Negra noche!
¡Loca! ¡Oh! ¡Rabia! 
¡Ay! ¡Miseria! 
¡Dormir! ¡Dormir! 
Profundo sueño... ¡Muerte!

KLINGSOR
Otro te ha despertado. ¿No es cierto?

KUNDRY
¡Sí! ¡Mi maldición!
¡Oh! Afán..., afán...

KLINGSOR
¡Ah! ¡Ah! ¿Allí, con los castos?

KUNDRY
Allí.... allí..., ayudé yo...

KLINGSOR
¡Sí, sí! ¿Para reparar el daño 
que malignamente les hiciste?
De nada te serviría. 
Todos acudirían a mí 
si les ofreciera un buen precio. 
El más firme de ellos caería 
si le abrieras tus brazos 
y sería vencido por la lanza 
que a su propio maestro quité. 
Hoy debemos vencer al más peligroso 
pues le protege 
un escudo de locura.

KUNDRY
¡No, no quiero! ¡no! ¡no!

KLINGSOR
Sí quieres, porque debes hacerlo.

Escuchamos la escena del conjuro del mago y el dolor de Kundry 




Aparece ahora la escena de las Doncellas en el mágico jardín en que una infinidad de ellas corren en torno. Las trompetas anuncian a Parsifal. Se trasmutan en flores y se apiñan en torno a Parsifal, buscando ávidamente su amor y sus caricias.  Suena el bello y exótico  tema de la Seducción, pero el Simple y Puro solo muestra su asombro e inocencia. (Wagner ha hecho aquí un trasunto de la escena de tentación de Buda por las danzarinas y bailarinas nocturnas,  según se describe en The Light of Asia.)
Y finalmente escuchamos ahora la escena central del segundo acto en la que Kundry seduce a Parsifal y se despierta  en la  inteligencia de éste la idea de la compasión; así como también el desenlace final del segundo Acto
Cuando el mozo se cansa de la atenciones de las doncellas-flores, y se dispone a huir, la voz de Kundry, transformada en una mujer de extraordinaria belleza reclinada en un lecho de flores, exclama: “¡Parsifal! ¡Detente!!”  Parsifal se detiene y recuerda que así lo llamaba su madre. Kundry intentará seducir a Parsifal, invocando el recuerdo de su madre. Escena de extrema ambigüedad y sensualidad, digna de análisis Freudiano. Parsifal, acaba besando a Kundry pero  en lugar de caer bajo el hechizo de sus encantos, como le sucedió a Amfortas, se estremece de horror, y se lleva la mano al corazón exclamando:
 ¡Amfortas! ¡La herida! ¡Me abrasa el corazón! Parsifal acaba de ver y sentir toda la tragedia de la caída del Rey. Comprende no solo la agonía de Amfortas sino también el Lamento del Redentor por su profanado santuario.
Kundry intentará retenerlo una y otra vez, pero la Compasión ya ha penetrado la conciencia de Parsifal y nada puede detenerlo en su misión redentora de alma de Amfortas (que simboliza el alma del mundo ahora teñida por el pecado.)

El acto termina con el momento en que Klingsor arroja la Lanza sagrada contra Parsifal, pero la Lanza se detiene sobre Parsifal que la empuña y hace con ella el signo de la cruz, diciendo, con acompañamiento del tema del Grial: “ Con este signo , exorcizo tu magia y confió en que esta lanza cierre la herida que con ella infligiste." El Castillo de Perdición se derrumba y el magnífico jardín vuelve a ser un desierto, mientras Kundry se desploma con terrible grito.
Antes de volver a encontrarse Parsifal y Kundry, esta vez ya libre del hechizo de Klingsor en el territorio del Grial en el Acto III, habrá de viajar largo tiempo en busca de Amfortas, guardando la Lanza y  alcanzando gradualmente la plena estatura de su virilidad espiritual.


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