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Las comparaciones siempre son odiosas. Carlos Felipe Emanuel Bach defiende la memoria de su padre



Coro ,The People Shall Hear and Be Afraid , del oratorio de Haendel, Israel en Egipto
Charles Burney (1726-1814), musicólogo y celebre crítico de la época cometió la osadía de comparar a Bach con Haendel, del siguiente modo: “ Respecto a Haendel estoy igualmente convencido de que sus mejores arias de ópera italiana, tan variadas en el estilo y la sensibilidad del acompañamiento, sobrepasan las arias de todos los compositores antiguos o contemporáneos de toda Europa; de que tiene más fuego que Corelli en sus partes para violín y más ritmo que Geminiani; de que en sus fugas para órgano, tan densas, magistrales, soberbias, sobre los temas más naturales y placenteros, sobrepasó a Frescobaldi e incluso a Johann Sebastián Bach y a los demás alemanes que son los más célebres en este difícil y arduo modo de componer”.


La respuesta de Carl Philippe Emmanuel Bach no se hizo esperar: “Tengo diversas razones para estar poco satisfecho con el señor Burney. En el caso de Haendel, se constata igualmente lo que ocurre con otros: cuando se quiere deificarlos, se les pone en dificultades. Las comparaciones son odiosas y deberían evitarse.No era, por lo demás necesaria la comparación, ya que Haendel ya era bastante grande sobre todo gracias a sus oratorios.

Pero escribir que en el órgano ha sobrepasado a mi padre, nadie debería osarlo en Inglaterra, donde no hay más que órganos insignificantes y, subrayémoslo, sin pedalero, donde no se tiene verdadera idea de la interpretación de órgano y donde, sin duda, no se han visto ni oído jamás obras para órgano y donde, ciertamente, no se conocen las obras para teclado y, en particular, para órgano de mi padre, ni en lo que concierne a estas últimas el uso obligatorio del pedal, al que se confía ya la voz principal, ya la parte de alto, ya la de tenor, y esto siempre en fugas en que una voz no se pierde nunca, donde se encuentran los pasajes más difíciles, donde además los pies trabajan con  el mayor fuego y el mayor brillo y, en fin, innumerables cosas de las que el señor Burney no sabe nada [...]. Hablemos seriamente: la diferencia no podría ser mayor. ¿Compuso Haendel para dos teclados y pedalero? ¿Compuso fugas para teclado solo a cinco y seis voces? Evidentemente, no. Toda comparación es, pues, vana. La distancia es demasiado grande. Basta examinar las obras para clave y para órgano de los dos”.

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